1. Que en Cristo Jesús, el Hombre es Dios y Dios es Hombre, es evidente a partir de las palabras del Señor a Su Padre: Todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío (Juan 17:10).
Por la expresión todo lo mío es tuyo, es evidente que el Hombre es Dios; y por la expresión, todo lo tuyo es mío, que Dios es Hombre.