De obras de Swedenborg

 

Sabiduría Angélica Sobre El Divino Amor y La Divina Sabiduría #1

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1. Sabiduría Angelica sobre el Divino Amor

PARTE I

El amor es la vida del hombre. El hombre sabe que el amor existe; pero no sabe lo que es el amor. Sabe que existe por el uso común el lenguaje común, como en las expresiones: “él me ama”, “el rey ama a sus súbditos”, “los súbditos aman a su rey”, “el esposo y la esposa, la madre y los hijos se aman mutuamente”, “este hombre ama a su patria”, “aquel ama a sus compatriotas o a su prójimo”. Así también se dice que los hombres aman ciertas cosas, esto, aquello o lo otro, sin referirse a persona alguna. Pero, aunque la palabra “amor” es tan universalmente usada, pocos saben lo que es el amor. Porque los hombres no pueden, cuando reflexionan en ello, formarse una idea definida de su naturaleza. Niegan su realidad, o la llaman alguna influencia que entra al hombre por la vista, el oído, el tacto o la conversación, y lo afecta. Están totalmente ignorantes del hecho de que el amor es la verdadera vida del hombre, no solamente de la vida general de todo su cuerpo y la vida general de todos sus pensamientos, sino también la vida de todos sus particularidades. Todo el que tenga inteligencia puede ver esto, si se le pregunta: ¿Pudiera usted pensar u obrar, si se le quita la influencia del amor? ¿No se resfrían el pensamiento, el lenguaje y la acción, si el amor se enfría, y se anima si el amor se enciende? Pero el sabio esto lo percibe, no por algún conocimiento de que el amor es la vida del hombre, más por la experiencia de que eso así sucede.

  
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Traducido por el Dr. Calleja al español de la traducción al inglés por el Rev. John Whitehead. Transcrito y revisado por David Simpson, y también revisado por Daniel Calvo, y por los reverendos Andrew Heilman y Johnny Villanueva.

De obras de Swedenborg

 

Sabiduría Angélica Sobre El Divino Amor y La Divina Sabiduría #341

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341. (iv.) La operación del influjo del infierno produce malos usos en los lugares en que existen las cosas correspondientes. Las cosas que corresponden a los malos usos, esto es, a las plantas dañinas y a los animales nocivos, son cadavéricas, pútridas, excrementicias, estercóreas, rancias, y materias ruinosas; por lo mismo, las yerbas e insectos antes mencionados existen en donde estas cosas están; y en la zona tórrida las más largas criaturas del mismo carácter, como serpientes, basiliscos, lagartos, alacranes, ratas y ratones, y otros. Todos saben que los pantanos, las albercas, el estiércol, lodazales, están llenos de semejantes cosas; así como también que los insectos nocivos algunas veces llenan la atmósfera hasta formar una especie de nube, y que los gusanos nocivos algunas veces cubren el suelo como un ejército y consumen las yerbas y las raíces. Una vez observé en mi propio jardín que casi todo el polvo en una extensión como de una yarda cuadrada, se había convertido en insectos pequeñísimos; cuando los removí con mi bastón se levantaron como una nube. Que las cosas cadavéricas y pútridas concuerdan con los insectos nocivos e inútiles y son homogéneos con ellos, es evidente, meramente por la observación y aparecerá aun más manifiestamente por la causa que es que semejante hediondez y efluvios existen en los infiernos, en donde también aparecen aquellos insectos. Por lo mismo, estos infiernos se denominan de acuerdo con sus manifestaciones: unos cadavéricos, otros hediondos, o lúgubres, etc. Pero todos estos infiernos están cubiertos, con objeto de impedir que salgan sus exhalaciones, porque cuando ellos se abren, aunque sea por un momento, como cuando entran los diablos novicios, se experimentan vómitos y jaquecas, y sus pestíferas exhalaciones venenosas causan desfallecimientos. El polvo de allí es de tal naturaleza, y por lo mismo se llama polvo infernal. Todo lo cual demuestra que los insectos nocivos antes mencionados, existen en donde hay esas hediondeces, porque concuerdan con ellas.

  
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Traducido por el Dr. Calleja al español de la traducción al inglés por el Rev. John Whitehead. Transcrito y revisado por David Simpson, y también revisado por Daniel Calvo, y por los reverendos Andrew Heilman y Johnny Villanueva.