De obras de Swedenborg

 

Sabiduría Angélica Sobre El Divino Amor y La Divina Sabiduría #1

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1. Sabiduría Angelica sobre el Divino Amor

PARTE I

El amor es la vida del hombre. El hombre sabe que el amor existe; pero no sabe lo que es el amor. Sabe que existe por el uso común el lenguaje común, como en las expresiones: “él me ama”, “el rey ama a sus súbditos”, “los súbditos aman a su rey”, “el esposo y la esposa, la madre y los hijos se aman mutuamente”, “este hombre ama a su patria”, “aquel ama a sus compatriotas o a su prójimo”. Así también se dice que los hombres aman ciertas cosas, esto, aquello o lo otro, sin referirse a persona alguna. Pero, aunque la palabra “amor” es tan universalmente usada, pocos saben lo que es el amor. Porque los hombres no pueden, cuando reflexionan en ello, formarse una idea definida de su naturaleza. Niegan su realidad, o la llaman alguna influencia que entra al hombre por la vista, el oído, el tacto o la conversación, y lo afecta. Están totalmente ignorantes del hecho de que el amor es la verdadera vida del hombre, no solamente de la vida general de todo su cuerpo y la vida general de todos sus pensamientos, sino también la vida de todos sus particularidades. Todo el que tenga inteligencia puede ver esto, si se le pregunta: ¿Pudiera usted pensar u obrar, si se le quita la influencia del amor? ¿No se resfrían el pensamiento, el lenguaje y la acción, si el amor se enfría, y se anima si el amor se enciende? Pero el sabio esto lo percibe, no por algún conocimiento de que el amor es la vida del hombre, más por la experiencia de que eso así sucede.

  
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Traducido por el Dr. Calleja al español de la traducción al inglés por el Rev. John Whitehead. Transcrito y revisado por David Simpson, y también revisado por Daniel Calvo, y por los reverendos Andrew Heilman y Johnny Villanueva.

De obras de Swedenborg

 

Sabiduría Angélica Sobre El Divino Amor y La Divina Sabiduría #382

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382. (iv.) El entendimiento corresponde a los pulmones. Esto se sigue de lo que se ha dicho de la correspondencia de la voluntad con el corazón; porque hay dos facultades que son soberanas en el hombre espiritual o en su mente: la voluntad y el entendimiento; y hay dos órganos que son soberanos en el hombre natural o en el cuerpo: el corazón y los pulmones; y hay una correspondiente de todas las cosas de la mente con todas las cosas del cuerpo, como antes se dijo; por consiguiente, como la voluntad corresponde con el corazón, así el entendimiento corresponde con los pulmones. Además, cada uno puede observar en sí mismo, tanto por su pensamiento como por su habla, que el entendimiento corresponde a los pulmones. Puede verlo en su pensamiento; porque ninguno puede pensar sin la concurrencia y concordancia de su respiración; de manera que, cuando piensa tácitamente, respira tácitamente; cuando piensa profundamente, respira también profundamente; contrae y ensancha los pulmones, los hace levantarse y caer lentamente, apresuradamente, apasionadamente, suavemente o precipitadamente, según son sus pensamientos, esto es, según el influjo de los afectos del amor. Además, si contiene el aliento o respiración enteramente, no puede pensar absolutamente sino en espíritu, y por la respiración de su espíritu, que no es sensiblemente manifiesta. Puede apreciarlo en su habla; porque ni el menor sonido bucal escapa de su voz, sin la ayuda de los pulmones; porque el sonido de la voz, que se forma de palabras por la articulación, viene totalmente de los pulmones por medio de la traquearteria y la epiglotis; por lo mismo, la voz sale de golpe o en emisión progresiva, según la traquearteria, que es un tubo, se contrae o se infla, abriéndose y cerrándose al paso del aire por estas contracciones; y si el pasaje se cierra completamente, el sonido de la voz cesa con el pensamiento.

  
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Traducido por el Dr. Calleja al español de la traducción al inglés por el Rev. John Whitehead. Transcrito y revisado por David Simpson, y también revisado por Daniel Calvo, y por los reverendos Andrew Heilman y Johnny Villanueva.